La leche de oveja es generalmente más pequeña en volumen y más rica en grasas y proteínas que la leche de vaca, por lo que es una fuente significativa de nutrientes de salud. La leche de oveja tiene un sabor más pronunciado que la leche de vaca y puede tener una textura más cremosa. A menudo se usa en la producción de queso, yogurt y mantequilla de oveja, así como en la fabricación de postres y platos salados. La leche de oveja es rica en proteínas, vitaminas y minerales, en particular vitamina B12, calcio y hierro. Sin embargo, también contiene una gran cantidad de grasas saturadas y colesterol, por lo que se recomienda consumirlo con moderación y elegir versiones de grasa aligeradas si está en riesgo de enfermedad cardiovascular.